viernes, 21 de octubre de 2011

REFERENCIA 19º CASO RESUELTO "BOBY" (SAULO Y EL MESÍAS) (3ª PARTE)

La investigación
Como siempre, la planta de tratamientos cloacales desbordaba crudos al Suquía. El río parecía de oro líquido, los niños mitigaban el verano. Para mi sorpresa, la mierda estaba dejando de oler.
‘Boby’ tendría hoy unos treintipico más. Con escepticismo fui mostrando la foto (de marinerito) que me dio su madre diputada evangelista.
Lo reconocieron como Saulo, apóstol del Mesías, en la villa ‘Los Cuarenta Guasos’. Gendarmería y policía evitan allanar, no se atreven.
No me sorprendió que lo identificaran, es de vida o muerte saber quién compite al lado.
Volví a la parroquia para despedirme del galaico.
Irrumpí de sopetón.
El cura, sin pantalón ni calzoncillo abrazaba al pendejo desnudo a la altura de los glúteos. Le mamaba la pijita arrodillado en sagrada oración. Con tres dedos de la izquierda le dilataba los esfínteres.
Pretendí sumarme. El galaico agitó la diestra sin dejar de succionar. Me hice humo para no romper el idilio.

‘Los Cuarenta Guasos’
Ahí fuimos ‘Glock 380’, ‘Anaconda 44 magnum (Colt)’ y yo, luego de municionarme.
Preguntar por el Mesías gatilló, en el puntero político, la señal de la cruz. Señaló la escuela sin docentes, de cuando la villa profunda sólo era un caserío de chacras.
Sobre el dintel del portón un banner con el dibujo de un pergamino: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros; fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. (Colosenses 3 – 5)”
Fieles vestidos con una especie de camisón o túnica, rezaban en el patio sobre trapos de piso Media Naranja. En señal de sumisión ofrecían el culo apoyando la frente en el suelo. La escuela no tenía electricidad, pendejitas semidesnudas deambulaban afanosas trasladando velas de todo tamaño y color.
Suponiendo que Saulo estaría con el Mesías, pregunté a la más bonita dónde podía encontrarlos. Señaló con la cabeza una puerta del primer piso.
Ahí fui.

Aula ‘Los justos’.
El pergamino sobre la puerta rezaba: “Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. (San Mateo 18 - 8)”
Abrí sin golpear, no debí hacerlo. Era una cocina de cocaína, me abrumó el aroma a blanca. Fraccionaban ravioles con una dosificadora manual. Acudió a enfrentarme un roperazo mostrando las fauces.
Me dispuse a vender cara la vida, desenganché el suelte rápido que sujeta a ‘Glock’ en la tobillera y amartillé a ‘Anaconda’ (acuchada en la sobaquera)
Opté por la verdad —Busco a Saulo apóstol del Mesías por cuenta de su mamá diputada evangelista —le dije de corrido esperando lo peor.
Me mandó al salón de actos.
La noche llegaba rápidamente.

Aula ‘Sion Celestial’, supuse por el nombre que era el salón de actos.
El banner decía: “Si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno del fuego (San Mateo 18 – 9)”
Esta vez golpeé, no atendió nadie, entreabrí cauteloso. Hombres y mujeres aullaban himnos, danzaban frenéticamente.
Pregunté a los gritos por el Mesías.
—No es acá —me dijo una jovata que se desprendió de la masa imbuida en el espíritu santo. Me mandó propiamente al salón de actos.

Llegué a ‘Los hijos del Señor’
El pergaminorezaba: “Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que así mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba. (San Mateo 19 – 12)”.
Una pavorosa sospecha invadió mi mente, sacudió mi moral.
Atendió una mujer tan fea que ni una cazuela de testosterona haría que la volteara, me cedió el paso.
Incontables velas rojas y negras dibujaban sombras aterradoras.
Al fin. Tirado en la cama, dado vuelta por la droga, sonriendo estúpidamente, perdido en la inmensidad del salón estaba el Mesías. Le salía blanca por los poros, reprimí el deseo de lamerlo.
Pendejas embarazadas, con tules transparentes, se afanaban a su alrededor. También lo rodeaban algunos apóstoles en un ambiente cargado de misticismo mágico.
Uno de ellos cantaba salmos, atiplado como Montserrat Caballé, supuse que era Saulo.
Me fui de boca y lo interrumpí —¿Boby…? —Me miró como a una cucaracha (me sentí como tal). Señaló con el pulgar atrás de sí y continuó sus alabanzas.

FIN DE LA 3ª PARTE

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante la manera en qué está escrito- ¿Para cuándo la siguiente parte?