jueves, 3 de febrero de 2011

EL VENTILADOR

El ayer que quería que fuera hoy… es hoy a las 5 de la tarde que ya quiero que sea la media noche, a las 12 de tu reloj quiero que se detenga el tiempo.

Son las 5 te espero ya, me puse guapa para ti, se que te pone ver el contraste de mi piel muy blanca con ropa negra, y que te gusta mucho mi cabello cuando lo llevo suelto en cascada sobre mi espalda, se también que te gustan mis ojos oscuros subrayados con delineador, para estar contigo el perfume no sirve de nada, me gusta mas el aroma de mi piel y mi sudor mezclándose con el tuyo, me pongo a escuchar el faro de Lisboa, y pienso que eres tu ese “Mi puerto” la única persona en todo el mundo que no me canso de esperar, me meto a la recamara y debajo de las sabanas se enciende el centro de mi cuerpo y también la laptop.

Nunca antes una laptop necesito tanto de este artilugio, y en cuanto Ernesto me dijo que en la plaza de la computación los vendían no me lo pensé y al otro día fui por uno de inmediato, entre las cosas que hacer durante el día, la mas importante era estar desocupada para cuando el reloj me marcara las 5 de la tarde, y así fue que después de la ducha me puse de pie delante de la luna del espejo y me mire como cada día para adivinar cual pliegue en mi cuerpo elegirías para perderte esta vez, no, yo no te daría el mapa nunca, te quiero extraviado dando vueltas sobre mi piel, caminando en círculos recorriéndome una y otra vez con tus pupilas caducas, tus manos y tus labios.

Y sin mucha espera ahí estabas tu, el doble siete de letras en tu nombre ocultaban todas las demás, yo me saboreaba en los labios todos los besos que invente para tu boca, y recorría con los ojos cerrados las mesetas y profundidades de tu rostro, me detuve por segundos que parecieron siglos en la piel suave y húmeda de tus labios. Con deseos inmensos de fotograbarlos en las huellas dactilares de mis dedos y en la cima inacabada de mis senos.

Me visto de prisa, sin perder de vista el reloj y haciendo itinerarios imaginarios para calcular mi regreso, apenas es medio día pero ya me envuelve la necesidad de tus manos ardiendo en mi piel, tome 200 pesos en la cartera, mis llaves, las gafas oscuras, abrí la puerta solo para cerrarla y me fui al centro de la ciudad, caminando me di cuenta cuanto valor pierde la gente cuando uno encuentra lo que realmente quiere, no es que no importen no, es que es ley en la vida que encontramos a quien lo puede todo sobre uno aunque uno no pueda nada sobre el.

A mi me basta que me escribas “hola” pero es que tienes atesoradas en las yemas de los dedos, y en la lengua las palabras justas que me erizan hasta la medula de la espina dorsal, muerdo mis labios por inercia y mi lengua se saborea mi labio superior amedrentando mis fijaciones orales, tu me hablas pausado con esa voz que me derrite las entrañas y me vuelve agua, me condensas el cielo en una nube afrodisiaco que podría vender por internet, es cierto, yo te prefiero, te quiero mas que a nadie, eres tu lo que deseo, y cuando culminan las esperas, me pervierto debajo de las sabanas, y es en ese pequeño mundo alumbrado por la pantalla del ordenador que comienzo arder, y te amo con vehemencia, me hago tuya de todas las formas posibles, aquí el único limite es mi imaginación para tus manos desmontables y de largo alcance, me estremezco una vez , dos, tres, cuatro, cinco… y pierdo la cuenta, me falta el aire, me respiro y me sofoco entre las piernas con gritos ahogados que muerdo en la almohada , y la laptop se hace brasa, me quema la piel cuando me acerco en mi necesidad de darte un beso y me arden hasta los dientes de pasión, la culpable de tanto amor es la laptop, también la culpo de tanto calor, del sudor que me corre por la espalda y se pierde en esa línea que divide mi cuerpo en dos, del aguacero que me empapa el pelo y me corre la mascara de pestañas entonces es tal la ebullición que arremete contra mis muslos que la pantalla esta totalmente empañada, viene un espasmo y yo apenas percibo el aire en mis pulmones, me quema el calor que trepa desde el centro de mi cuerpo por mi vientre, mi canalillo y hasta mis labios sofocada me acerco a la laptop y le doy un beso volcánico, y le susurro al oído “te quiero”, es entonces cuando la pantalla se enciende y se apaga siendo victima de un sobrecalentamiento.

Nunca antes un ordenador necesito tanto un ventilador, lo hubiera preferido rojo que es mi color favorito, pero esa tarde de sábado tenia prisa de regresar a casa y no tenia ganas de andarme paseando por toda la plaza porque todos los puesteros me miraban las piernas de una forma tan lasciva que yo me sentía bastante desnuda, Salí de ahí cargando un ventilador azul dentro de una bolsita gris bastante ruidosa, me trepe al bus y regrese a casa de prisa, pensando en la laptop que había dejado encima de la mesa, me sonrío pensando también en el ventilador que ha de refrescarnos en las nuevas faenas. Suspiro.

1 comentario:

Tresmasqueperros dijo...

Muy Nataly, sí, un cuento muy de Nataly. Un beso y como siempre te decimos, gracias por traer los vientos del otro lado del Atlántico a este rinconcito literario...