martes, 22 de diciembre de 2009

DE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO




Aquellos enormes ventanales dejaban pasar la pureza del amarillo vespertino, esos diez minutos de las mañanas del ocaso del invierno, donde el espectro se queda mudo en la paleta áurea. La vacía estancia de techos inalcanzables magnificaba cada una de las motas de polvo en suspensión que cobraban caleidoscópica existencia con cada rayo de sol. Era martes, el día con menos personalidad de la semana. Aún con la taza de café humeante en la mano, miraba a la calle apoyada en el alfeizar de uno de los ventanales. Miraba sin ver, y de vez en cuando, cerraba los ojos para organizar todos aquellos pensamientos que le asaltaban. Cada sorbo era una pausa, cada parpadeo una liberación. Miró el reloj, aún tenía cinco minutos antes de abrir las puertas y encarcelarse durante ochos horas con turistas en gira cultural ávidos de arte manufacturado.

Miércoles, punto de no retorno de la semana. Demasiado lento para llamarse rápido, demasiado pequeño para abarcar todo el planeta. Página en blanco, espera gris. La luz artificial enaltecía la pantalla del ordenador sin nada que decir, mientras unos ojos hipnotizados en la nada reflejaban el vacío. Suena la puerta, llama el pasado, la pantalla vuelve en sí. El tiempo pretérito sigue el guión, cada palabra cada gesto, el mundo vuelve a la normalidad por última vez. El pasado se despedirá sin decir adiós, el futuro acaba de nacer.

Domingo, huele a incienso, día rancio por excelencia…su aburrida existencia ha matado a más gente que la tuberculosis. Tan cerca como el aire tan lejos como el universo.


Recomendación del día : Tómense varias copas de Somontano.

martes, 15 de diciembre de 2009

EL FABRICANTE DE ALAS DE MARIPOSA

Caminábamos por uno de las callejuelas que bordean Rampart Street cuando la vimos a lo lejos. Vimos la ventana de su casa con la luz encendida.

-  -   Mira hermano, parece que todavía está despierto.
-   -   Sí, suele acostarse muy tarde.
-   -   Dicen que desde la derrota no puede dormir bien.
  - Joder sí, tiene tanta rabia acumulada que no puede digerirla. Se pasa noches enteras sentado   en el sillón, con los guantes entre las manos, mirándolos como si no supiese lo que son.
-  Pero eso fue hace muchos años, ¿no?
- No tantos, hermano, no tantos. Hay golpes que duelen toda la vida. Y derrotas que nos acompañan hasta la muerte.

Era el combate del siglo, tío. Parecía que toda la historia del boxeo hubiese existido solamente para converger en esa noche. Nos había costado muchos años que los blancos nos dejasen pelear contra ellos, en combate legal, de igual a igual, a los ojos de todo Nueva Orleáns, y por fin habían accedido a nuestro reto. Nos dejaron, los blancos, nos dejaron pelear contra ellos porque estaban confiados en su victoria. Confiaban en su McNeal. Un irlandés grandote, católico y  muy blanquito de cara. Era un puro saco de grasa, lento de reflejos y desmañado como una mula con los puños. Nosotros, sin embargo, le teníamos a él. Teníamos a Riviere. Una locomotora de ciento veintitrés kilos, puro músculo tostado al sol, pero ligero y rápido como una ráfaga de viento helado. Mejor, como una mariposa. Por eso le llamábamos así. El Fabricante. El Fabricante de Alas de Mariposa. Y es que sus golpes eran como alas de mariposa. Parecía un milagro que algo tan grande fuese capaz de golpear a alguien con esa manera tan sutil, casi no te dabas cuenta que te había dado un sopapo hasta que te ibas de morros contra el suelo. 

-     ¿Llegaste pelear contra él?
-     Pelear lo que se dice pelear, ni de coña. Me subí a la lona y estuvo sacudiéndome de lo lindo durante un par de minutos. No pude aguantar más. Mi único consuelo mientras me machacaba era pensar que esos mismos puñetazos serían dentro de poco para McNeal.  Por fin íbamos a poder patearles el culo a los blanquitos.

Todo el geto de Faubourg Tremé estuvo haciendo de sparring para El Fabricante. Ninguno le aguantábamos más de un par de minutos. Era capaz de tumbar a una docena de tíos en menos de quince. Era gracioso ver la montaña negra y roja, de cuerpos inconscientes que se iba formando a lo lado de ring. Les tirábamos cubos de agua pero no había díos que los espabilase. Todos nos pasábamos nuestro buen par de horas más muertos que vivos. Todos dejamos machacarnos el careto solo por ver como al final también le partirían el alma al saco de sebo de McNeal. Queríamos darle en todos los morros a toda la jodida raza blanca.

-        Y llegó el día del combate…
-        Y perdió…
-       Si tío, perdió, nuestro jodido negro perdió Y lo peor no fue que perdiese, fue el modo en que perdió. No sé muy bien que pasó, pero el tío, el que subió esa noche al ring no era El Fabricante. No hizo nada a derechas durante todo el combate. Se limitó a dejarse golpear como un pelele hasta que al final se cayó de puro aburrimiento. Creo que el bastardo de  Mcneal no lo hubiese tumbado aunque se hubiese pasado toda la puta noche golpeándolo con una pala.
-      ¿Crees que se dejó perder?
-     No creo hermano. Lo que le pasó al fabricante fue algo raro. Estaba como maldito. Nos jodió bien jodido verle perder de esa manera.

Cuando llegamos a la puerta del edificio seguía habiendo luz en la ventana de El Fabricante de Alas de Mariposa. Así que entramos en el portal y subimos hasta su apartamento.  Llamamos a su puerta, pero el fabricante no respondió. Quería verle, quería hablar con él, quería convencerle de que me enseñase a pelear como él.  Habían pasado diez años desde su combate con McNeal y todavía nadie había conseguido hacer morder el polvo a ese malparido irlandés. Todo el barrio de Tremé quería verle escupiendo sangre. Y quería ser yo el primero que derrotase a NcNeal.

A la memoria de Sergio Algora

jueves, 10 de diciembre de 2009

Coteaux du Languedoc



Empezó con un viaje relámpago vía Ave a Madrid con un sabor a whisky de malta que no abandonó hasta pasada la mágica media noche del 31 de diciembre de 2006. Así, ebrio de ardor escocés, inició un año que podríamos calificar de curioso. El invierno fue seco y templado, la tierra era exprimida por unas cepas que agonizaban por un suspiro de humedad. Javier aprovechaba las postrimerías de aquella estación para agotar las reservas de espirituosos anglosajones de su bodega. Amancio no canta pero impregna poesía. La primavera llora, la tierra recoge cada lágrima para nutrir gota a gota cada uva de la vid. Aquel verano del 2007, Lorenzo broncea a ricos blanquecinos en Cannes, mientras el azúcar va forjando las enjutas y ennegrecidas lágrimas de Languedoc.


El final de la estación alumbra un parto cuyo nombre empieza por Excelente, el Coteaux está preparado, un largo sueño de dos años lo hará adulto para ser saboreado por mí, un día como hoy en una copa. Son las 6.15 de la mañana. Una ternera vuelta y vuelta inaugura un nuevo día a modo de desayuno. Mientras escribo cómodamente en mi sofá, tomo a pequeños sorbos este vino con el cual brindo por un año que nos traiga buena cosecha como la de 2007 o al menos más relatos en este blog.



martes, 1 de diciembre de 2009

¿Por quién doblan las campanas?





“Con lágrima en los ojos entró en casa con paso firme y con esa mirada que llamamos determinación. Se miró en un espejo, encontró un hombre cansado y envejecido pero no derrotado. Observó sus ojeras negras, surcos marcados por la vida sin compadecerse. Se miró fijamente para encontrar vergüenza en ello, pero siguió impertérrito frente a sus ojos brillantes por unas lágrimas que emanaban directamente de su alma, días eternos…vida efímera…”


- Así termina la novela. ¿Qué te parece?.

- Uuhhh… un poco triste ¿no?.

-¿Triste?

-Si, todo ese rollo de la guerra, el sufrimiento, como va perdiendo a gente…ya sabes…eso no le interesa a nadie. El personal está más por historias que no le hagan pensar demasiado, y ese dramón existencial que tiene a lo largo de la novela que si, que no… La vida es otra cosa.

-La vida de quién.

-Pues la mía, la tuya. La universidad, encontrar un trabajo de mierda y una casa para vivir, que no sabes como está el alquiler de jodido, tío. Además, de la guerra y las injusticias estamos insensibilizados con el telediario, vemos muertos todos los días y guerras de todos los colores y sabores . ¿Crees que la peña se come el tarro cada vez que lo ve? Hasta que el muerto no está en tu puerta, nadie huele nada…Lo siento tío pero las cosas son así. Dedícate a buscarte una subvención y haz cualquier mierda cultureta y te apuntas al Partido que, como le den por ti, no pegas un palo al agua en tu puta vida. Artista subvencionado, tío, ese es el futuro… bala fuerte y sigue al rebaño…

- ¿Miles de años de evolución para acabar siendo una oveja? Me quedo con mi condición de Ser Humano. Además todas las consultas con el logopeda para cambiar la Palabra por un sonido gutural…no.

-Tu mismo, pero la realidad te pondrás los pies en la tierra.

-¿Esa misma realidad que te transforma en un animal de granja?¿Esa misma realidad que te aleja de la Realidad?¿En que Tierra, dónde vas a pastar?. Pensaba que vivir significaba pasar por los momentos buenos y malos, así se valoran más las cosas que tienes pero…quizás estaba equivocado…

-Eso es, tío. Céntrate en el buen rollo, estamos en Yugoslavia no en Afganistán, se preocupen los soviéticos de su guerra…Vamos, invítame a unas cervezas que la beca ya me la he fundido este mes…buen rollo tío…y el próximo año nos piramos a la Olimpiadas de Barcelona…


"Nur um ber Hoffnungslosen willen ist uns die Hoffnunggegeben"

"Sólo gracias a aquellos sin espereranza nos es dada la esperanza" Walter Benjamin