miércoles, 25 de febrero de 2009

Sólo labios ya

Palpó torpemente la mesa en busca de lápiz y algún jirón de papel que le permitiera escribir sobre él. Su rodilla actuó de improvisada superficie de apoyo para albergar sus últimas letras. Quebrando el silencio, sólo el jadear lento del que yacía sobre la cama.

-Cuando quiera, puede empezar.

Respiró profundamente y comenzó a dictar al que tenía al lado.

-Me queda un minuto para ser sólo labios ya...

martes, 24 de febrero de 2009

...sólo labios ya...



Bueno, pues aquí estoy de nuevo, a ver si puedo duelear un poco con vosotros. Y sí, mi relato también ha sido escrito en diez minutos (cuanto trabajo, madre mia y eso que somos funcionarios...) Escribí primero un microrelato de 4 líneas (que gandula soy) pero era del estilo que habéis escrito vosotros, ya sabes Julián, si pones algo de labios todos pensamos en lo mismo... Pero al ver que me repetía con vosotros he escrito esto otro:


Hacía ya tiempo que nada salía como debería. Los días pasaban largos, tediosos, y sobre todo, equivocados. Equivocados porque nada de lo que intentaba llegaba a buen término. Porque, una y otra vez, la sensación que tenía era la de haberse levantado con la pierna izquierda. Todo su cuerpo parecía izquierdo. Su suerte se había vuelto tan negra que dudaba que algún día la luz dejara de rebotar en ella.

Y lo peor, sí, había algo peor, es que parecía que la gente cada vez le ignoraba más. La gente en general. Gente corriente con la que te chocabas en la calle y no te pedía perdón. Cajeras de supermercados que parecía pasaban los artículos por la caja como si perteneciesen a alguien inexistente. Cada día que pasaba se sentía más anónimo. Gente no tan corriente, esto es, sus amigos y familia, cada vez tardaban más en llamarlo, en las reuniones del bar no le prestaban atención. No oían sus comentarios. Cansado, se iba a su casa, arrastrando los pies y la chaqueta que llevaba en la mano.

“Sólo es una mala racha. Mi suerte cambiará en cualquier momento.” Se dijo esa mañana cuando se levantó de la cama. Otra vez con el pie izquierdo. Cuando se acercó al espejo vio su imagen borrosa. Se frotó los ojos y volvió a mirar su reflejo. Seguía viéndose borroso. Suspiró. Fantástico. Ahora además tenía que ir al oculista. Cuando llegó al trabajo nadie le saludó, justo como hacía semanas sucedía. Se acercó al despacho de su jefe para informarle de la reunión que se celebraría en unas horas. Su jefe, al escuchar su voz, levantó la cabeza y miró a través de él mientras le comentaba los cambios de última hora. El aludido volvió a bajar la cabeza mientras terminaba de contarle los últimos detalles y después asintió a su última pregunta. Salió del despacho y fue al servicio a lavarse las manos. Necesitaba un poco de aire fresco. No se encontraba bien. Cuando se inclinó sobre el lavabo inspiró profundamente al no ver nada que saliera de los puños de su camisa. ¿Dónde estaban sus manos? Comenzó a chillar asustado. Escuchó pisadas que llegaban corriendo al lavabo. Todos sus compañeros miraban alrededor, mientras entraban al aseo, como escuchando voces, no sabiendo donde. Él se miró al espejo y no se vio. Solo dos líneas en la parte inferior de donde debería haber estado su cara susurraron: Me queda un minuto para ser sólo labios ya…

baraKaldo - vladivostoK

Todo comenzó como suelen comenzar las grandes historias, casi sin que se dieran cuenta. Él no se percató de cómo poco a poco iban siendo cada vez más frecuentes las visitas al despacho de ella, aunque una vez allí no supiese muy bien para qué había ido. Ella parecía no darle importancia al hecho de que prestase tanta atención a sus palabras cada vez que él hablaba, a la hora del desayuno. Entre ambos, sin embargo, muy despacio se fue creando una extraña complicidad que los fue envolviendo. En todas las discusiones de trabajo, en todos los debates surgidos alrededor de la barra del bar, una vez acabada la jornada laboral, ellos hacían siempre frente común. Muchas veces no lograban convencer a las personas con las que estaban discutiendo, como suele ocurrir nunca se saca nada en claro de esas charlas improvisadas, pero disimuladamente ellos se miraban y se dedicaban una sonrisa de comprensión: quizás era sólo eso lo que buscaban.

Una noche, requiebros del destino, lograron quedarse solos. Una a una las personas con las que habían salido en esa ocasión, fueron abandonando sus asientos, dejando sus copas a medio terminar, musitando vanas excusas para que nadie les empujara a tomar la última. Conforme el círculo de amigos se reducía, sus corazones latían con más fuerza. Al fin, quedaron sólo ellos frente a frente, con un tabique de copas vacías entre los dos y un cenicero repleto de colillas. Continuaron conversando de cosas leves hasta que también les llegó el momento de marcharse. Él, caballero, nervioso, algo osado quizás, se ofreció a acompañarla. Ella, expectante, sorprendida, no dijo que no. Dentro del portal todo estaba oscuro, no servían ya las miradas cómplices y los guiños de complot pues apenan veían sus rostros. Así que él aventuró un abrazo. Ella de dejó envolver. Y de repente, los meses de miradas como puentes, de sonrisas cargadas de crédito, de gestos como migas de pan marcando un camino, se aceleraron. Ese abrazo apocado desató sus ansias, sus bocas se tornaron ríos, sus manos trasmutaron en exploradores que comenzaron a rebuscar en todos los rincones de sus cuerpos. Entre besos y achuchones subieron por fin a la habitación de ella. Hicieron el amor. Se quedaron dormidos, tras varias horas de sacudir sus almas y desempolvar sus cuerpos, muy apretados el uno contra la otra. Por la mañana él fue el primero en despertarse. Tenía el rostro de ella muy cercano al suyo, los rizos de su flequillo le hacían cosquillas en la mejilla. Muy despacio, para no despertarla, se deshizo de su abrazo y se incorporó. Alargó la mano hacía la mesilla, buscando un paquete de tabaco y lo que atraparon sus dedos fue el marco de un portarretratos que había justo al lado. Miró distraído la foto que contenía.

[…]

Al entrar él en su casa, inmediatamente escuchó la voz de su mujer que le preguntaba desde la cocina. “¿Qué tal la cena con los compañeros, cariño? ¿Dónde te quedaste a dormir?”. “Cómo siempre, mi amor, un coñazo, aunque no pude retirarme antes. Eché la última copa y una cabezadita en casa de Ricardo”. Esa fue la respuesta de él, a la pregunta de su mujer, que de repente le resultaba tan repentina, tan desconocida e inoportuna. Aún así, le hubiese gustado ir hacía donde estaba ella, darle un abrazo y echarse a llorar: confesarle que hacía media hora, había visto una foto en la que aparecía en brazos de otro hombre la mujer a la que había comenzado a amar.

Con todo, ella y él, continuaron viéndose siempre que podían. Él le confesó a ella que también estaba casado. No faltaron reuniones, fiestas, tardes de balances e inventarios que ellos aprovecharon para irse a un hotel, o escaparse en coche a cualquier camino de la sierra. No pareció importarles el hecho de que ambos tuviesen ya las vidas marcadas, es más, ese contratiempo hizo que precipitaran sus prisas por amarse, con tal espada de damocles oscilando sobre sus cabezas, hizo que en cada rincón en el que se encontraron, se amaran como sólo se aman los desesperados, aquellos que saben que únicamente les queda un minuto para ser sólo labios.

domingo, 22 de febrero de 2009

Me queda un minuto para ser sólo labios ya…







Me queda un minuto para ser sólo labios ya…y tú sigues sin aparecer…




Te esperé hasta el fin del día...y llegó la noche…y volvió a llegar el día…




Por un mirada tuya… mi vida hubiera sido tuya… y aún sigo siendo dueño de mi alma…




Jamás notarás mi mano en tu aterciopelado cuerpo… ni el susurro de una confesión…




Me queda un minuto para ser sólo labios ya… y tú sigues sin aparecer…




Te esperé para pronunciar tu nombre…y las palabras quedaron mudas…




Por una palabra tuya… mi infierno hubiera sido paraíso…y aún sigo ardiendo…




Jamás sabrás quién soy… siempre sabré quién eres…




Mañana será otro día… mañana quizás te encuentre…mañana quizás me encuentres…




…y eso que… me queda un minuto para ser sólo labios ya…








Nota : léase esta aberración con Dayna Kurtz, título “ Mis Liberty”

martes, 17 de febrero de 2009

DIARIO DE H (epílogo)

Hola chicos. Aquí os dejo una novedad, la primera colaboración al blog. Es una compañera de trabajo, bueno, mejor dicho una amiga a la que también le atrae el mundillo este de la literatura, las letras y demás pérdidas de tiempo. Bueno, no me enrollo más. Os presento a MB (por ahora la presento así hasta que ella me de el visto bueno para hacerlo de otra manera). Esto es lo que me ha pasado, como muestra un botón, de lo que escribe. Es el epílogo de una historia mucho más larga, pero como sigo siendo un incompetente y no sé cómo hacer para meter en el blog textos muy largos, aquí os dejo sólo el epílogo. A quien pueda interesar, que lo comente y seguro que MB os deja el resto. Un saludo, caterva de lectores, y espero que os guste el primer fichaje:

DIARIO DE "H" (epílogo)

Mi vida comenzó por casualidad un día cualquiera. Por casualidad me encontré en la vida con mi madre, mi padre, mi hermano. Me creí burlado por la vida, por casualidad. Y salí rebelde un día, por capricho mío.

Un día cualquiera creí que mi destino era escribir. Cualquiera podría haberme convencido de lo contrario, pero nadie lo hizo. Me hice mártir por propia iniciativa, por cabezonería, por terquedad.

Creí en mi destino porque no podía creer en otra cosa. Y me aferré a él. Sin razón, pero con todo mi corazón, me aferré a él. Y no viví tranquilo hasta que lo cumplí. Peleé con mi mente convenciéndola de mi importancia. Arranqué todo de mi vida, dejándola sólo en un objetivo. Me flagelé para verme como alguien con un objetivo en la vida: morir incomprendido. Me creí importante, al fin, por algo.

Sin comprenderme a mí mismo, me impuse mi ideología. La ideología de la nada, del ser lleno de nada, y cubierto de rabia. Sólo cubierto por una frágil capa de desprecio, que transmitía a mis escritos y palabras. Un ser tan insignificante, que era hiperinsignificante. Un ser H. Y como ella, un ser sin sonido, sin nada que decir, ni opinión. Y como la H, solo he existido en mis escritos.

¿Realmente tenía un objetivo en la vida? ¿O simplemente nací por casualidad, solamente con el fin de vivir...? Mi vida no es una novela, no hay final perfecto, de momento no hay ni final.

Por MB Nieves

EL PRÓXIMO DUELO COMIENZA....¡¡¡YA!

Je je, voy a ser cabroncete y voy a poneroslo difícil (o eso es lo que creo) para vuestra próxima historia. Lo que escribais debe girar en torno al verso: "Me queda un minuto para ser sólo labios ya...". Ah, y una cervecilla gratis, o té, para aquel que sepa decirme de dónde lo he sacado. (Esto también va para aquellos que nos visitan.Venga compañeros de letrarmas. Un saludo y a seguir creando.
Posdata: os pongo este cuadro a la espera de que os sirva de inspiración. A mí siempre me ha "cautivado" (cachis como odio esa expresión). Lo dicho: espero con ansia vuestros relatos. De plazo, hasta el próximo miércoles a las 12:00 del mediodía.

domingo, 15 de febrero de 2009

Cinco hermanos


Como hermano mayor, ese día fue al barbero y estrenó traje. Ajustó bien la hora de su reloj de bolsillo y cogió el tren. Hacía años que no veía a sus hermanos y quería que su imagen fuera impecable, que tras sus ademanes elegantes y su sombrero se apreciaran los atisbos de burguesía que tanto sudor le habían costado. El hecho de tener que reencontrarse con los hijos de su madre le había cobrado muchas noches en vela, y tanta incertidumbre, unida al vaivén del vagón, le estaban dando mucho trabajo a su pañuelo, que no paraba de secar el sudor de la frente y las mejillas.


...


Haber nacido en segundo lugar le había traído una gran ventaja junto a un gran inconveniente. La parte buena era que su padre, habiendo ocupado ya al hermano mayor en la fábrica, no tuvo inconveniente en dejar que siguiera estudiando. La parte mala era que su hermano mayor nunca le perdonaría aquello. Aún recordaba su mirada desde el umbral de la puerta mientras él jugaba alegremente, ajeno a las preocupaciones que acabarían con la infancia de su hermano mayor. Esperaba que todos esos rencores hubieran pasado, y veía incluso con agrado la idea de volver a reunirse con sus hermanos, así que tomó el primer el vehículo que lo llevara al sitio donde habían concretado la reunión.

...

Para suerte o desgracia, siempre había ocupado un lugar intermedio en su familia. Era el tercero de cinco hermanos, las notas en el colegío andaban siempre entre el cuatro y el seis, no destacaba para lo bueno, ni tampoco para lo malo, era, simplemente, un hijo más. Esperaba ansioso volver a ver a sus hermanos pequeños, de los que guardaba buen recuerdo y algunas jugarretas. Planchó a duras penas la camisa con la que se presentaría ante todos ellos, y deseó que la rigidez de sus hermanos mayores pasara por alto las arrugas que había dejado.

...

Hacía unos días, el cuarto de los hermanos recibió una carta, citándole en un lugar y a una hora exactos. El motivo: ver al resto de sus hermanos, a los que hacía meses (hasta se hubiera atrevido a decir años) que no veía. ¿Aprobarían sus incipientes canas? ¿Y su creciente barriga? ¿Y el color de su chaleco y el nudo de su pajarita? Al fin y al cabo, eran hermanos, hijos de la misma madre y del mismo padre. Con un peine y mojándose la mano con algo de saliva, logró domar en parte sus cabellos y corrió hasta la estación de tren, tropezando nervioso por el camino.

...

Como menor de cinco hermanos, nadie esperaría que él hubiera aprovechado el tiempo de esa manera. Se casó muy joven y Dios lo había bendecido con tres hijos de miradas aviesas y juguetonas. Con orgullo, rellenó su cartera con fotos de sus vástagos hasta que no le cupieron más. Quería que sus cuatro hermanos mayores lo tomaran, por fin, por uno más, que ya no era aquel muchacho rebelde y sin provecho alguno. Dio un beso a su mujer y otros tres a sus hijos, y se fue hacia el encuentro con la cabeza alta.


....

Tras mucho tiempo, los cinco se habían reunido. El mayor los acompañó a una sala con cinco sillas, en cada una de las cuales uno de los cinco hermanos se sentó. El sonido de una cámara fotográfica rompió el silencio y lo perpetuó materialmente.
Tomada la fotografía, cada uno se fue por el camino que había venido, dejando atrás sólo un adiós.




sábado, 14 de febrero de 2009

THE FIVE SMITH´S BROTHERS


Seis, fueron seis, los cinco hermanos Smith. De izquierda a derecha, John, Georges, William, Joseph e Isaac. Cada uno representaba una parte del espíritu humano como la bondad, la determinación, la libertad, la tenacidad y la fe que hizo de Norteamérica , la tierra de las oportunidades. Testigos de los últimos cincuenta años del siglo que acababa de morir, el XX nacía con la esperanza de que el progreso evitara las penurias que sufrieron durante toda sus vidas. Nacidos en un miserable pueblo del medio oeste, los Smith estaban destinados como todos los parias del mundo a ser esclavos de un destino impuesto por su pobreza. Sin embargo, su madre Mary y su padre John, les inculcaron desde su más tierna infancia que la pobreza era un estado circunstancial del hombre y que por tanto, el valor de un ser humano se mide por su capacidad de serlo y no por los zapatos que calza. Y fue esa ,junto con lecciones de mayor profundidad, las que hicieron de los Smith hombres de una fortaleza ética inexpugnable. El siete de abril de 1905 en la ciudad de San Francisco, los hermanos se fotografiaron juntos para dar fe de la recién fundada organización, The American Foundation for Human Chances ( Fundación Americana para las Oportunidades). Su fin era claro, la ayuda sin discriminación a cualquier persona que necesitase una oportunidad para vivir con dignidad. Hoy en día, de aquello sólo nos queda el recuerdo de esta fotografía. Los valores y el espíritu que lo inspiraron, murieron cuando se relativizó la ética, los principios humanos y la dignidad en pos de una sociedad que observaba indiferente la ignominia de Guantánamo, las torturas de las democracias, y la imagen estandarizada de la muerte en África en la hora del almuerzo. Para un mundo en el cual es más importante lo que se viste que lo que se es, hablar de espíritu humano deja de tener sentido si no va acompañado de las palabras interactivo o inalámbrico. Hoy, quién observe a los hermanos Smith les parecerá “unos tíos salidos de una película del Harold Lloyd “, para mí el recuerdo de un tiempo que jamás volverá pero de un legado aún no ha muerto.

“En estos tiempos de palpable incertidumbre sólo las mentes preclaras sobreviven a tal confusión”

LORCA EN PEÑARROYA-PUEBLONUEVO

Cinco fueron
que fueron cinco,
y no cuatro los jinetes
que asolaron mi pueblo.
Pueblo de obreros vapuleados,
pueblo varado allí donde Sierra Morena
comienza a clamar al cielo.
No vinieron montando caballos,
ni blandiendo guadañas,
no trajeron pestes o guerras,
que llegaron en coches lujosos
y acento extranjero,
como moscas a la miel,
atraídos por el olor
de la tierra negra.

Negra que te quería negra,
negra tierra, vetas negras,
negro vientre de ancestral sementera,
negra piedra que trajinaban mis manos,
negras minas que yacen yermas.

Llegaron perforando esa tierra tostada,
pudriendo lomas y labrantíos,
arrejuntando las riveras de sus ríos,
volteando el cieno al cielo
y el cielo, al olvido.

Levantaron tan altas chimeneas
que parecía que quisieran cuartear con ellas
los vientres de los limbos, la panza de las quimeras;
escarbaron tan hondas sus cuevas
que con ellas parecía que quisieran
llegar allí dónde brotan las catervas.

Negra que te quería negra,
negra tierra, vetas negras,
negro vientre de ancestral sementera,
negra piedra que trajinaban mis manos,
negras minas que yacen yermas.

Fueron con todo, tiempos de promesas
y pocos requiebros para las gentes del pueblo,
que mientras llovieran de la tierra
lágrimas de piedra negra,
no faltarían en el talego
buenos jornales,
y mejores pucheros para la cena.

Más no corrió por igual esa hartura oscura
por los canalones ni por las aceras,
que sólo fueron cinco los ladrones,
que de tanta piedra revuelta,
de tanto empeño crédulo y ajeno,
sacaron vislumbres de mucho provecho.

Negra que te quería negra,
negra tierra, vetas negras,
negro vientre de ancestral sementera,
negra piedra que trajinaban mis manos,
negras minas que yacen yermas.

Amanecieron por fin marchitas
las entrañas negras de la tierra,
tornó al pueblo la miseria,
que acude presta cuando la bolsa no suena.
Cesaron las fábricas sus cantos de sirena,
callaron sus llamadas vocingleras,
y se poblaron las calles de almas en pena,
que se preguntaban porqué sus picos y palas
no acarreaban ya negrura en piedra.

El hambre alimentó la ojeriza,
el lamento zozobró en odio,
odio que acelera nocturnas galopadas,
se apretaron los cuchillos contra el pecho:
llamaradas de metal que sesgaron
las cinco panzas oligarcas.

Negra que te quería negra,
negra tierra, vetas negras,
negro vientre de ancestral sementera,
negra piedra que trajinaban mis manos,
negras minas que yacen yermas.

Mangas negras de condena bracera,
rojas mangas teñidas de caudillo,
a tardías horas, mangas verdes.
- ¿Qué ha ocurrido aquí, buenos hombres?
se preguntan los faroles.
- Lo de siempre, señores guardias civiles:
La rabia de otra fuenteovejuna desatinada,
que murieron por navajas cinco romanos
y de ira y engaño diez mil cartagineses.

Apresurado recuerdo a Federico García Lorca,

y a Peñarroya-Pueblonuevo, pueblo minero venido a menos.

Comunicado desde Elsinor

Se hace saber que se amplía el plazo de entrega en un día más, a petición del pusilánime de Julián.

sábado, 7 de febrero de 2009

miércoles, 4 de febrero de 2009

MIRADAS







No fue a través del atrio de la Universidad ni en los miles de volúmenes de pensamiento humano donde aprendí una lección única, los ojos son las ventanas al alma humana.

Y fue en la barra de un antro con apenas media docena de feligreses, ahogaban sus penas entre alcohol barato y humo espeso, donde descubrí que compartían algo más que desesperación : La misma mirada triste.

El ser humano puede ser altanero, soberbio, cobarde, amable…pero sólo en su mirada es donde no puede esconder nada de lo anterior sin ser descubierto con otra… mirada. El amor, esa extraña enfermedad que hemos sufrido alguna vez en nuestras vidas, se contagia a través de una mirada... El dolor en el alma, se muestra claramente en aquella mirada perdida que hemos visto en el desembarco de una patera… La mirada de miedo, en aquellos de pijamas a rayas cuyos esqueléticos cráneos clavaban aquellas esferas oscuras, que una vez se llamaron ojos, en el espectador. La mirada de compasión, quienes la muerte ha decidido otorgar un instante para la despedida de los suyos... La mirada párvula de inocencia...La mirada de odio, bañada en sangre y desconectada de la materia gris…
Hagan la prueba, la próxima vez que hablen con alguien, mírenle a los ojos, en apenas en unos instante sabrán si les quieren, les odian, les temen … les aman...
Haciendo honor a la condición humana de tropezar varias veces en la misma piedra, me quedo con la Mirada que contagia la extraña enfermedad...

Cuéntame un cuento

Sé que me observas desde hace tiempo.


Detrás de las cortinas del balcón de geranios.


O de los pasos que se alejan al torcer la esquina y cuyo eco se apresura en desaparecer.


Tu mirada no se puede ocultar tras las indiscretas hojas de periódico o los (también indiscretos) tocados que cubren parte de tu rostro.


La curiosidad de tu mirada traspasa, incluso, los límites de tu deseo. Y aunque invisibles, tus ojos te delatan. No querrías que mostraran tanto de ti, que te tornaran tan vulnerable, y sin embargo, lo hacen.


Día tras día, las baldosas se suceden en mi caviloso pasear, cuando de repente, se me clava tu mirada. Otra vez. Y yo continúo andando, desentrañando tu propio análisis.
Sé, por tus ojos, que no pudiste superar la muerte de tu padre, que te apasiona el chocolate y que te gusta jugar con los desconocidos como yo.

Entonces me paro en seco y doy media vuelta. Y ahora sé, por tus ojos, ya no invisibles, que no esperabas que alguna vez pudiera contemplarte.


* * *
-Bueno, ¿qué te parece?- dijo al tiempo que cerraba el libro.
-Que es una tontería escribir tantas cosas por una mirada. Buenas noches - sentenció. Apagó la lamparilla de su mesa, se tapó bien con las sábanas y cerró los ojos.
-Llevas razón, buenas noches.

lunes, 2 de febrero de 2009

TU CUERPO QUE MIRA...

- ¿Qué es lo que más te gusta de mí?- le pregunta mientras se abraza a él.

- ¿De ti?, Pues..., la mirada. De ti lo que más me gusta es tu mirada...

- ¡Que tonto eres!!! No me gusta que me digas eso, no me gusta que me gastes esas bromas...

- Pero si es verdad...es lo que más me gusta de ti...

- Ya seguro, pero si yo no...

- Sssss, calla princesita, tu mirada es maravillosa...- él no deja que termine la frase, le acaricia el rostro y deja caer su dedo índice sobre sus labios, como quien cierra una puerta de casa.

- ¿Cómo quieres que me calle? ¡No te entiendo!...

- Tu mirada, amor, no surge de tus ojos, se proyecta desde todo tu cuerpo...

Ella se relaja, se hunde aún más entre las sábanas, se aprieta con fuerza al cuerpo del hombre que ama... Es su callada manera de decirle que siga hablando, que le gusta lo que acaba de escuchar.

- Tu mirada brota de todo tu cuerpo. El brillo de tu mirada es tu vientre que se arquea cuando poso mi mano en él, son tus pechos que vibran cuando los recorro con mis labios, son tus pezones que se cimbrean nerviosos cuando los asedio...

Mientras él le habla, va recorriendo con los dedos los rincones de su cuerpo que va mencionando. Ella se deja hacer.

- Además fue lo primero que me hizo fijarme en ti. Noté como la mirada de tus mejillas se ruborizaba y traspasaba la yema de mis dedos, la primera vez que te hablé

- Tienes una voz preciosa, ¿sabes?. Recuerdo ese día; cómo rastreaste quién era, cómo explorabas mi cuello con tus manos mientras te presentabas. Estabas tan cargado de buenas señales...

- Señales que nos han llevado a esta cama- sonríe él con picardía.

Ella se coloca sobre él, le borra la sonrisa con un largo beso, ablanda su cuerpo para que él vuelva a indagarlo. Están a oscuras pero eso parece no importarles. En apenas unos minutos se han aprendido de memoria, se transitan con seguridad, demorándose en los rincones adecuados el tiempo que cada uno desea.

Pasan la noche haciendo el amor y todo resulta perfecto. Por la mañana se despiertan ambos al mismo tiempo. Se acarician con ansia, es su manera precipitada de despedirse hasta la noche. Después se visten lentamente, se dan un último beso y abandonan su habitación. Al salir a la calle, despliegan sus bastones, tantean con ellos la pared hasta llegar a la primera esquina y en ese punto, sueltan sus manos y cada uno toma un camino diferente.