viernes, 12 de diciembre de 2008

Benevolencija Express VIII


Zoran y Popovic, con movimientos reumáticos pero con la determinación de la honestidad, recogían cualquier cosa que pudiera ser quemada en la caldera. Jean-Claude que desolado los miraba con la impotencia de la derrota, se quitó el pañuelo del cuello y se tapó la cara en un gesto de rendición... mientras Tricja, con las manos cerradas miraba al cielo dándose pequeños golpes en la cabeza... Un pequeño rumor fue tomando forma, de la abstracción sonora pasó a distinguirse notas musicales con cierta coherencia rítmica...y como todo milagro humano fueron trombones, trompetas, violines, acordeones quienes al son de una peculiar versión de la novena sinfonía de Beethoven, acompañaron a Baudelaire, Mark Twain, Miguel de Cervantes, Karl Marx, Camus, Kafka, Seneca, John Steinbeck, Aristoteles hasta La Benevolencija Express... Jamás en la historia universal, una biblioteca pública salvó tantas vidas con su combustión... ahora John Steinbeck sería recordado por los habitantes de Sarajevo por la insulina de Svetlana o Cervantes por la penicilina de Marko...

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